viernes, 25 de septiembre de 2009

Fácil / Difícil

Fácil es ocupar un lugar en la agenda telefónica.
Difícil es ocupar el corazón de alguien.

Fácil es juzgar los errores de otros.
Difícil es reconocer nuestros propios errores.

Fácil es hablar sin pensar.
Difícil es frenar la lengua.

Fácil es herir a quien nos ama.
Difícil es curar esa herida.

Fácil es perdonar a otros.
Difícil es pedir perdón.

Fácil es dictar reglas.
Difícil es seguirlas.

Fácil es soñar todas las noches.
Difícil es luchar por un sueño.

Fácil es exhibir la victoria.
Difícil es asumir la derrota con dignidad.

Fácil es admirar una luna llena.
Difícil es ver su otra cara.

Fácil es tropezar con una piedra.
Difícil es levantarte.

Fácil es disfrutar la vida todos los días.
Difícil es darle el verdadero valor.

Fácil es orar todas las noches.
Difícil es no fallarle a Dios en cosas pequeñas.

Aprender

Hay cosas en esta vida que parecen tan dificiles, y nos aflige pensar como poder salir,
pero no importa el momento en todo tiempo dependo de tu amor
contigo es diferente.
Aparentamos ser fuertes cuando somos tan fragiles, como intentar sonreir si hay ganas de llorar,
pero no importa el momento en todo tiempo dependo de tu paz
contigo es mas facil...
Aprender a creer en ti, aprender a quererte mas, no importa lo q pase amigo de mi alma
me muero si no estas...
En toda dificultad yo puedo entender q no hay nada imposible, q se apaciguan las aguas
cuando puedo confiar y saber...
q no importa el momento, en todo tiempo dependo de tu paz
contigo es mas facil...

jueves, 24 de septiembre de 2009

El Anillo

- Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?-

El maestro sin mirarlo, le, dijo:

- ¡Cuanto lo siento muchacho! No puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizás después. - Y haciendo una pausa agregó: - Si quisieras ayudarme tu a mí, yo podría resolver este problema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.

- E...encantado, maestro- titubeó el joven, pero sintió que otra vez era desvalorizado, y sus necesidades postergadas.

- Bien-, asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño y dándoselo al muchacho, agregó:

- Toma el caballo que está allá afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por el la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro! Ve y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas.

El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo. Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y solo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo. En el afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro y rechazó la oferta. Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado ,algo más de cien personas, abatido por su fracaso montó su caballo y regresó. ¡Cuanto hubiera deseado el joven tener el mismo esa moneda de oro! Podría entonces habérsela entregado él mismo al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda. Entró en la habitación.

- Maestro -dijo- lo siento, no se puede conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo.

- Que importante lo que dijiste, joven amigo -contestó sonriente el maestro-; debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor que el para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuanto te da por él. Pero no importa lo que ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.

El joven volvió a cabalgar. El joyero examinó el anillo a la luz del candil con su lupa, lo pesó y luego le dijo:

- Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo.

- ¡¡¡ 58 MONEDAS !!!- exclamó el joven.

- Sí -replico el joyero-, yo sé que con tiempo podríamos obtener por el cerca de 70 monedas, pero no sé. . . si la venta es urgente...-

El joven corrió emocionado a la casa del maestro a contarle lo sucedido.

- Siéntate- dijo el maestro después de escucharlo. - Tu eres como este anillo: Una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo te puede evaluar verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor? Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño. Todos somos como esta joya, valiosos y únicos, y andamos por los mercados de la vida pretendiendo que gente inexperta nos valore.